4.9.07

Campana de Huesca

La leyenda de la campana de Huesca cuenta como Ramiro II el Monje, rey de Aragón, decapitó a 12 de los nobles que se opusieron a su voluntad. La historia es parte del acervo popular en Aragón.

La leyenda Tras la muerte en 1134 de Alfonso I el Batallador sin hijos, heredó el reino de Aragón (en España) su hermano, Ramiro II el Monje, obispo de Roda de Isábena. El reino sufría por entonces diversos problemas internos y externos.

Según cuenta la Crónica de San Juan de la Peña (siglo XIV), estando Ramiro II preocupado por la desobediencia de sus nobles mandó un mensajero a su antiguo maestro, el abad de San Ponce de Tomeras, pidiéndole consejo.

Éste, llevó al mensajero al huerto y cortó unas coles (algunas veces se habla de rosas), aquellas que sobresalían más. A continuación ordenó al mensajero repetir al rey lo que había visto.

Ramiro II hizo llamar a los principales nobles, para que vinieran a Huesca, con la excusa de que quería hacer una campana que se oyera en todo el reino. Una vez allí, hizo cortar la cabeza a los 15 nobles más culpables, sofocando la revuelta.

La forma popular desarrolla algo más el hecho: el rey convocó Cortes e hizo venir a todos los nobles del reino para que vieran una campana que iba a hacer, una que se oiría en todo el reino. A los rebeldes los hizo entrar de uno en uno en la sala y fue decapitándolos según iban entrando. Una vez muertos, los colocó en círculo y al obispo de Huesca, el más rebelde, lo colocó en el centro como badajo. Luego dejó entrar a los demás para que escarmentaran.


Origen
La leyenda de la campana de Huesca ha sido considerada durante mucho tiempo como auténtica. Existe incluso en el antiguo palacio real, actual Museo Provincial de Huesca, una sala en la que se afirma que ocurrieron los hechos.

No obstante, la leyenda de la campana de Huesca fue estudiada por Jerónimo Zurita en sus Anales de la Corona de Aragón (1562), e identificó sus fuentes clásicas en el historiador griego Heródoto (siglo V adC). En Historia, V, 92, Heródoto refiere:

[Periandro] despachó un heraldo a la corte de Trasibulo para preguntarle que con qué tipo de medidas políticas conseguiría asegurar sólidamente su posición y regir la ciudad con el máximo acierto. Entonces Trasibulo condujo fuera de la capital al emisario de Periandro, entró con él en un campo sembrado y, (...) cada vez que veía que una espiga sobresalía, la tronchaba (...) acabó por destruir lo más espléndido y grandado del trigal. Y, una vez atravesado el labrantío, despidió al heraldo sin haberle dado ni un solo consejo.

En el siglo I adC Tito Livio atribuye la leyenda a Tarquino, que corta con un bastón las adormideras más altas para aleccionar a Sexto Tarquino, rey de los Gabios.

Más difícil es dilucidar cuándo se produce la aclimatación e hispanización del mito en una leyenda medieval. Manuel Alvar afirma que se pudo producir a través de la herencia carolingia y la épica occitana francesa a la que tan ligado estaba el reino de Aragón.

Pudo encarnarse cuando se hizo efectiva su conexión con la historia, a raíz de los bandos nobiliarios aragoneses que luchaban frente al rey por alcanzar mayores cotas de poder y de riqueza. Esos nobles se enfrentaron entre ellos aprovechando el cambio de monarca y en una de esas disputas Ramiro II estuvo a punto de perder el trono. Tuvo que refugiarse en Besalú en 1135. A la vuelta solucionó el problema, ordenando decapitar a varios de los nobles sublevados que habían asaltado una caravana de musulmanes en tiempo de tregua.

Los anales y crónicas transmiten esta referencia histórica. En los Anales Toledanos Primeros (unos cincuenta años posterior a los hechos) aparece esta noticia:

Mataron las potestades en Huesca. Era MCLXXIV

La nota se refiere (como atestigua Ubieto) al año 1135 o 1136. Más extensa es la información que trae la Primera Crónica General o Estoria de España, producida por el taller alfonsí entre 1260 y 1284:

aquel don Ramiro el Monge (...) no lo quiso mas sofrir, et guisó desta manera que en un día en la çibdat de Güesca en un corral de las sus casas, fizo matar onze rricos omnes, con los quales murieron muy grant pieça de cavalleros

Pero quien trae extenso desarrollo de estos hechos es la Crónica de San Juan de la Peña o Crónica pinatense (c. 1369), escrita en el reinado de Pedro IV de Aragón. Además, y lo que es más valioso, la Crónica incluye una prosificación de un cantar de gesta aragonés, el Cantar de la Campana de Huesca, del que Manuel Alvar pudo reconstruir los pasajes que refieren al episodio del rey Ramiro II. Las primeras versiones de este Cantar de la Campana de Huesca no debieron ser muy posteriores a los hechos, en la segunda mitad del siglo XII, como confirma la pérdida de la vocal final.

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